Cambia todo cambia, decía Mercedes Sosa, pero debía haber estar hablando de otro país. Luego de 4 años de operaciones cambiarias sin restricciones el Poder Ejecutivo Nacional facultó al Banco Central a reintroducir el control de cambios.
Mauricio es muchas cosas, pero su testarudez es quizás su rasgo determinante. Durante mucho tiempo ésta cualidad lo ayudó a progresar en política y llegar a la máxima magistratura luego de mucho trabajo, pero, es un arma de doble filo. El presidente peleó todo lo que pudo por no ir contra sus instintos y restringir la operatoria en el mercado de cambios. Toda su formación, promesas de campaña y trayectoria lo empujaban a resistirse a la heterodoxia, al mítico cepo que había logrado domar y desmantelar en sus primeras semanas como presidente.
Su decisión férrea le costó 3 semanas, 12.000 millones de dólares menos de las reservas, y el riesgo país a 2500 puntos antes del control de cambios. La realidad le ganó a la testarudez.
Creo que la medida adoptada por el gobierno, obedece a dos principales razones. Por un lado el ala política y más intervencionista de su gobierno se lo venía reclamando con fuerza. La gobernadora Vidal, Larreta, Rogelio Frigerio y el flamante ministro Lacunza presionaron por el control de cambios, sabían que la gente no podía tolerar más devaluación. Los bolsillos ya estaban demasiado vacíos.
Los dos mandatarios piensan en el día después del 27 de Octubre, Larreta debe seguir gobernando, y Vidal hace guardia serena en defensa de los intendentes de Cambiemos que vayan a resistir la ola celeste en la provincia. Todo eso depende de cómo resulten las elecciones. La devaluación ya hace estragos y la incertidumbre genera más pobres y votos que se fugan. La necesidad pedía una pausa.
Por otro lado la semana última, el casi presidente electo Alberto Fernández abandonó la moderación que había adoptado para dedicarse a correr por el incendio de la economía argentina con un bidón de nafta en la mano. Comunicados de responsabilidad al FMI por la crisis, declaraciones de “default técnico” para el Wall Street Journal, y volver para atrás con su análisis de que el dólar estaba bien a 60. Todo un pirómano nuestro Alberto.
La conducta errática de Fernández no se explica “por una locura momentánea” ni un ánimo golpista. Lo motivó por un lado, tener que mantener a los sectores más radicalizados de su coalición contentos hasta Octubre, y por otro, la realización de que el gobierno de Macri iba a seguir drenando las reservas para intentar controlar el dólar hasta las elecciones. Alberto decidió contribuir a las llamas, dejar llegar el riego país a los 2500 puntos y generar zozobra en el gobierno para negociar. Cepo para mi, calma para vos. A cambio de no usar las reservas e introducir un mecanismo “heterodoxo” (el control de cambios), Fernandez contribuirá a mantener el barco a flote (por ahora).
El posible próximo mandatario sabe que tendrá poco margen de maniobra económica a partir de Diciembre, pero su situación sería aún más frágil con un Banco Central en cero. Por lo tanto, necesitaba un control de cambios y llevar calma por la fuerza al dólar y al mercado.
Alberto ahora espera tranquilo de gira por Europa, llamado al silencio, orden extendida a su tropa, hasta Cristina se mostró silenciosa tras el anuncio. Calma chicha. ¿Durará?.
La realidad se había hecho muy clara y muy sombría a la vez antes de tomar la medida, las posibilidades de dar vuelta las PASO son casi nulas y Macri lo sabe, ahora el objetivo es terminar el mandato, y si algo sabe hacer el peronismo es hacer que otros tengan que renunciar a la Rosada. Nuevamente la clave de la política Argentina es la pax cambiaria. Tan frágil es nuestra vida institucional que si el tipo de cambio no está estabilizado, no hay otro tema que se pueda tratar o campaña que valga. Billetera mata demócrata.
Mientras se acercan lentas las elecciones generales, la angustia se mantiene. Pero quizás el Domingo pasado, ya haya comenzado la transición.