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  • Writer's pictureRyan Hillblad

El dia de la marmota

Updated: May 27, 2019

Karl Marx decía que la historia se repite siempre dos veces, una vez como tragedia y la segunda como farsa, puede que esta vez tenga razón. En 1973 se anunciaba la mítica fórmula presidencial Perón-Perón, hoy en el 2019, Fernández- Fernández. Los tiempos han cambiado pero el peronismo fiel a su esencia vuelve a sus orígenes y la historia parece repetirse.


La ex presidenta recientemente tomó una determinación que ha obligado a todo el espectro político argentino a redefinirse. Una vez más creo necesario resaltar su habilidad política y manejo de la vida pública que tiene poco paralelo en la historia contemporánea. Su decisión de postularse a la vicepresidencia de la Nación, es una maniobra táctica con un claro objetivo: el pragmatismo que lleva al poder.



La historia tiene la mala manía de repetirse, y en la Argentina esta situación se ve exacerbada por una dirigencia política que nos remite constantemente al pasado. La Cristina moderada y herbívora como la llaman algunos, es sin lugar a dudas una vuelta a una experiencia pasada, el retorno de Perón. Un tercer gobierno de la ex presidenta sería un giro hacia la derecha en un ejercicio pragmático necesario no ya para ganar una elección si no para lograr gobernar un país en crisis.


La ex presidenta sabe que la situación internacional y regional es muy distinta que cuando asumió su difunto esposo Néstor Kirchner en 2003. No la acompaña una “ola rosa” de progresismo latinoamericano ni unos precios de los commodities por el cielo que permitan financiar un festival de gasto público y asistencia social expansiva.


La realidad es similar a aquel momento en algunos elementos sin embargo, como el presente acuerdo con el FMI, la pobreza y crisis económica. Pero es claro que el mundo cambió, y el país debe acompañar. Cristina siempre ha sido una gran oradora y como tal sabe utilizar muy bien los simbolismos y mensajes que marcan la historia. Tenemos que prestar atención a estas señales para saber qué gobierno traería si logra su cometido.


La ex mandataria presentó su libro “Sinceramente” un 9 de Mayo, fecha de su casamiento con el ex presidente Néstor Kirchner, este es el primer dato a tener en cuenta, su regreso sería una vuelta a los orígenes en desmedro del “vamos por todo” de su segunda presidencia.


En su discurso hubo dos constantes: Néstor Kirchner y el Perón de 1973. El mensaje es claro, ambos son exponentes de un pragmatismo adaptado a las circunstancias históricas. Perón en su vuelta protagonizó una de sus típica adaptaciones a los cambios y denostó a los Montoneros a su izquierda, buscando pactar con el empresariado con el Pacto Perón-Gelbard. De la misma manera Kirchner debió construir consensos con radicales y peronistas para lograr gobernar un país en crisis.


Muchos creen que una vuelta potencial de la expresidente sería un giro a un radicalismo de izquierda: La república Bolivariana de Argentina. Estos análisis son infantiles y simplistas. Argentina no es Venezuela y Cristina no es Maduro ni Chávez. Considero que su retorno podría ser una situación atemperada, y el primer signo fue el nombramiento de un neoliberal menemista como lo es Alberto Fernández. La premisa de un radicalismo hacia la izquierda tiene tanto que ver con las juventudes radicalizadas de la Cámpora como con la estrategia de la polarización extrema que propicia el gobierno para ganar las elecciones.


Su desplazamiento a la vicepresidencia en favor del ex jefe de gabinete, es un signo de acuerdo para unificar al peronismo bajo su égida. En el largo camino a las elecciones va a ser necesario un acuerdo con los dirigentes políticos, y dicha jugada ya rinde frutos. Ya son cinco los gobernadores que definieron su apoyo a la flamante fórmula. En un doble sentido se busca romper la “polarización” perfecta con el gobierno. Alberto tiene mucho contacto y muy buena relación con los “poderes fácticos”: los medios de comunicación, la Justicia y grupos de inversores. Personifica por tanto el giro moderado, el pragmatismo al poder.


Cristina dejaría en la puerta de Balcarce 50 a la Cámpora revolucionaria de la reforma constitucional, de la misma forma que hizo Perón con los Montoneros de la revolución socialista. No más default ni lucha contra los buitres, quizás tan solo un tímido apoyo al mercado interno y la industria, pero la Cristina revolucionaria no será posible.


Cabe recordar que la ex presidenta nunca fue de izquierda, desde su apoyo impertérrito al neoliberal Carlos Menem hasta su gran entramado de corrupción para un capitalismo de amigos, el verdadero móvil siempre fue el poder. En esa búsqueda ningún bastión fue ni es lo suficientemente sagrado, las "convicciones" que tanto le recordaba Néstor puede que queden descartar por el premio mayor.


De algo no cabe duda, su potencial retorno vendría acompañado de un silenciamiento de todas las causas de corrupción que constituyen el mayor desfalco al erario público de la historia. Su regreso sería la impunidad. La ex presidenta sabe que sus 11 procesamientos son indefendibles desde el llano, por lo tanto debe decidir entre la presidencia o la cárcel.


La fórmula Fernández- Fernández es un regreso a formas pasadas, el tiempo dirá si esta vez será como farsa o una nueva tragedia. Lo que sí es claro es que su retorno sería a mí entender, gracias a un pragmatismo hacia el centro donde sea posible poder gobernar y garantizar su impunidad. El tiempo dirá.

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